Según los voceros de los barrios cerrados, existe una tendencia en crecimiento. Cada vez son más los que buscan vivir con mayor seguridad y en un lugar más natural.

Las razones van desde la seguridad hasta vivir rodeado por espacios más verdes. Así describen los voceros de distintos barrios cerrados sobre la tendencia de vivir en clubes de campo o barrios cerrados ubicados en la periferia de las grandes ciudades.

Crece la tendencia de vivir en casas de campo o barrios cerrados.
Según los datos del último censo del realizado por el INDEC en 2010 en el Gran Buenos Aires había 485 clubes de campo y barrios privados. En la actualidad, ante la ausencia de datos oficiales, se puede medir el crecimiento de estos barrios mediante los comentarios de los involucrados con el segmento. Según aseguraron a BigBang se duplicó largamente esa cifra. Además, cada vez son más los propietarios que utilizan como vivienda permanente, y ya no como “casa de fin de semana”.

Sobre esto, Ezequiel Martínez, jefe de producto del barrio cerrado Haras del Sur, asegura que “en su caso, en los cuatro emprendimientos con que contamos, se duplicó la cantidad de residentes permanentes en los últimos 5 años. Además, la demanda creció en un público determinado: familias con hijos de diversas edades. Debido a ello, se incorporará un establecimiento educativo, nivel primario y secundario. En 2019 estará funcionando el Colegio Haras, únicamente para residentes, lo cual seguramente hará que el promedio de propiedades para vivienda permanente aumentará.

BUSCAR SEGURIDAD

Javier Waisman es arquitecto, y flamante vecino del barrio El Cantón de Ingeniero Maschwitz, Partido de Escobar, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Hace un año se convirtió en papá. Preocupado por el “entorno” en el cual se criaría su hija, junto a su mujer decidieron empezar una nueva etapa: vendieron su departamento de dos ambientes en Villa Crespo, compraron un terreno en el barrio y construyeron una casa. “Me imaginaba a mi hija andando en bicicleta y me daba pánico pensar en lo peligroso que es hacerlo en Capital. Ahora estamos tranquilos, sabiendo que cuando salimos a practicar o a pasear al perro no va a pasar nada raro”, afirmó y remarcó que más allá de la seguridad, también le parece importante el aporte del paisaje natural en la vida de los niños.

En esta sintonía, Juan Giacalone, director comercial de Estancia Villa María -emprendimiento privado ubicado en el Partido de Ezeiza, en el sur del Gran Buenos Aires- afirma que también se visualiza este crecimiento en otros barrios cerrados de la zona del “corredor verde o ruta de la buena vida” que está ubicada a pocos kilómetros de la localidad de Canning. Allí, los que se mudan, son seducidos por la naturaleza y el paisaje verde.

Giacalone destaca que “se debe en gran parte a las mejoras en las rutas y accesos a zonas que antes era más complicadas o de tierra y ahora fueron mejoradas. Pero también se suma a esto que muchos propietarios estaban cansados de pagar impuestos y mantenimiento del hogar por duplicado, entonces optan por venir a vivir definitivamente aquí”.

TRABAJO A DISTANCIA

El cambio en la modalidad de trabajo colabora a la posibilidad de vivir lejos de la oficina. Con el mejoramiento de las comunicaciones y la descentralización de las oficinas que impulsan muchas empresas generaron que cada vez más gente pueda trabajar desde la casa con una simple conexión a internet.

Además la idea de tener “todo” en un mismo lugar brinda seguridad. Según explica Flavia Santillán, Gerente de Marketing de Grupo Haras del Sur, cuentan con cuatro emprendimientos entre los kilómetros 69 y 73 de la Ruta N°2. “La gente busca tener todo en el mismo lugar, para combinar su vida social con la laboral. Por ejemplo, en Haras III tenemos un Business Center, que permite a los propietarios tener un espacio de trabajo sin necesidad de trasladarse fuera del country. El mismo cuenta con 6 oficinas ejecutivas y 2 corporativas con capacidad para 20 personas para reuniones de trabajo”, explicó.

EL MITO DE LA VIDA BACANA

Se cree que estos lugares son exclusivos para las clases altas, pero en algunos barrios y clubes de campo se paga menos en concepto de expensas que en muchos edificios de la Ciudad de Buenos Aires. En tal sentido, Waisman explica que “por dos ambientes en CABA pagaba 7 mil pesos y sin amenities. Ahora pago 6 mil y tengo pileta, instalaciones deportivas y lo necesario para que mi hija pasee tranquila”, dice. Claro que la diferencia es el costo que le genera su vehículo para movilizarse hasta el centro pero

En algunos barrios las expensas totales son de 5 mil pesos, cifra muy menor a la que se paga en muchos edificios de la Ciudad, incluso sin amenities. Además, muchos emprendimientos, como Haras del Sur III, ofrece en algunas de sus operaciones las expensas bonificadas durante un año.

Por otra parte, los amantes de los deportes saben que practicar cualquiera de ellos en la Ciudad de Buenos Aires o alrededores es muy costoso, ya que trate de fútbol, golf, polo, natación o cualquiera de ellos.