Haras del Sur arrancó hace 20 años, sobre la autovía 2. Desde entonces, lleva levantados cinco barrios y trabaja con un modelo integral, que va desde el diseño hasta la construcción de casas.

La historia de Haras del Sur, según cuenta Agustín Freccero -fundador y director del grupo- empezó casi por casualidad, cuando hace 20 años, volviendo de unas vacaciones, vio un terreno en venta en la ruta 2 y pensó que era una buena oportunidad para invertir. Por esos días, Freccero se dedicaba de lleno a su profesión de contador, y aún no estaba en sus planes todo lo que sucedería después. La inversión sobre ese terreno y su transformación en un barrio de gran categoría (Haras I) fueron el puntapié inicial en su camino como desarrollador, que hoy lo tiene al frente de una empresa que suma emprendimientos en el corredor de influencia de la Autovía 2.

Freccero aún la define como una empresa familiar -allí trabajan sus hijos y nueras-, pero lo cierto es que Haras del Sur creció exponencialmente en los últimos años, a la par de los barrios Haras I, II, III, IV y V. El desarrollador señala que la expansión de la industria del turismo en el país y en la Costa Atlántica potenció también el proyecto al darle una exposición constante entre los viajeros. Hoy, los emprendimientos ocupan 550 hectáreas, con 2500 lotes en total, y una amplia diversidad de tipologías para diferentes perfiles que incluyen departamentos y casas de 180 metros cuadrados, y otras que superan los 1.000 metros cuadrados. Además, ofrecen servicios que van desde Club House, restaurante y spa hasta canchas de tenis, o un campo de golf de 18 Hoyos Par 72 en Haras III.

Según cuenta Freccero, el perfil de los usuarios fue mutando a través del tiempo. Haras I se pensó para quienes que buscaban una casa de fin de semana, pero con el tiempo la zona atrajo a clientes que desean encontrar una vivienda permanente. Este cambio planteó nuevos modos de pensar los emprendimientos, y los siguientes barrios fueron proyectados con el objetivo de satisfacer las necesidades de infraestructura de un perfil que requiere desde centros comerciales hasta edificios educativos.

En esta línea, el grupo inició la obra de un colegio exclusivo para propietarios, proyecto de aproximadamente 2.500 metros cuadrados, sobre tres edificios correspondientes a los tres niveles educativos, implantados alrededor del predio y articulados entre sí para conformar un claustro abierto. Para el desarrollador, se trata de un gran desafío que apunta a integrar y consolidar servicios para quienes buscan un lugar para vivir. Además, destaca la conformación de la Comunidad Haras, un sistema que permite a los propietarios de Haras III, IV y V el uso de las instalaciones de los diferentes barrios en forma opcional. «Entendimos que quienes ven en Haras un lugar para vivir necesitan de una infraestructura de servicios más amplia y con características diferentes a quienes buscan una casa de fin de semana. Por eso, nos abocamos a generar propuestas para un público heterogéneo que busca asentarse en nuestros emprendimientos», señala.

Los beneficios de invertir en una zona con potencial de desarrollo se hicieron notar enseguida, y la rentabilidad fue creciendo con el correr de los años a medida que los proyectos se consolidaban, señala. El director del grupo cuenta que los campos cerca de Haras comenzaron a aumentar de precio, por lo que decidieron invertir para comprar más tierra, con el objetivo de seguir desarrollando. Según relata Freccero, desde la compra del terreno para Haras I, en 1997, hasta el momento de adquirir el terreno para Haras V, en el 2011, la tierra aumentó 10 veces su valor. Hoy, afirma que el valor de los terrenos sobre la ruta 2 alcanza los u$s 60.000 por hectárea.

Negocio continuo

«En Haras se generan negocios 364 días al año. El único día que no se trabaja es el 1° de mayo», resume Freccero la ecuación de un modelo de un negocio que abarca el 100% de la operatoria: la compra de los terrenos, el diseño del Masterplan de los barrios, el desarrollo de la infraestructura y el trabajo con el estudio de arquitectura e inmobiliaria. El grupo cuenta con más de 200 empleados entre administración, construcción y arquitectura. La decisión de abarcar todas las fases es fundamental a la hora de abaratar costos y aumentar la rentabilidad, explica.

El foco principal es el desarrollo y la construcción de viviendas, pero al ser proyectos tan amplios, las posibilidades se multiplican y la gama de productos es amplia. En Haras se pueden adquirir lotes, casas a construir, casas construidas y departamentos nuevos y usados. Incluso se generan negocios de segunda y tercera línea dentro de los barrios, a través de propietarios que, por ejemplo, entregan su lote como parte de pago para la adquisición de una vivienda en un nuevo emprendimiento en Haras.

Al referirse a los modos de financiamiento, Freccero afirma que se produce con capital propio o de pre-venta, dado que no trabajan con inversores asociados. «Se trata de un negocio integral de muy largo plazo. Todos los excedentes se invierten en recomprar lotes en los propios proyectos o en hacer casas para la venta. En este sentido, es difícil medir la rentabilidad, porque en realidad el negocio nunca termina», afirma el desarrollador.

Al referirse al contexto actual, Freccero señala que se produce una paradoja, dado que el negocio de la construcción está un poco sobre ofrecido, pero al mismo tiempo hay una demanda insatisfecha, sobre todo en la clase media. «Si se logra bajar la inflación, con la viabilidad del crédito, las perspectivas son excelentes», afirma. En cuanto al tipo de emprendimientos, ve con buen futuro a aquellos que se integren con una serie de servicios que vayan más allá de las amenities, como accesibilidad y seguridad.

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