Los desarrolladores buscan la forma de seducir a los inversores que están líquidos en pesos y flexibilizan los anticipos y cuotas de los proyectos en pozo; también se asocian con los proveedores.

Entre la adquisición de un terreno, la aprobación de un desarrollo inmobiliario por parte de los municipios y su construcción pueden pasar años, gobiernos y, en la Argentina, más de un vaivén macroeconómico marcado por la devaluación del peso y las altas tasas de interés. En este contexto, los desarrolladores argentinos se enfrentan a varios desafíos en el largo proceso de construir un proyecto. «Después de 20 años en el mercado y con casi 50 edificios tenemos que apelar a la creatividad», afirma Néstor Curland, director de Zentrum Developers. En su caso, el modelo de negocio se basa en la preventa y lo negocia con los propios proveedores a través de la permuta. Ellos me entregan mercadería a cambio de boleto de unidades funcionales. «Con tantos frentes abiertos y la necesidad de proveer a las obras de mercadería desde ventanas, sanitarios, hasta el hormigón y el hierro, lo canjeamos por metros cuadrados. Esto nos permite, en un período de crisis, no paralizar la actividad», explica y destaca que este modelo les permite, también, mantener la calidad en la construcción.

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